Muchas cosas he aprendido de mi madre, y realmente la que mas me ha marcado es su definición de algo que no sé si exista de esta manera, sea o no una ciencia, mas siempre lo ha llamado así. La Ubicología.
Según ella, esta «ciencia» que todos debemos aprender a dominar, se encarga del estudio de nuestro yo en cada una de las actividades que realizamos a lo largo de nuestro día, y en general de nuestra vida. Consiste básicamente en aprender a diferenciar cada una de estas actividades y a desarrollarlas de tal manera que sean realmente efectivas según nuestro rol en su desarrollo.
Y es que si pretendemos ser efectivos con aquello que realizamos, lo primero que debemos hacer es dar el 101% de nuestra concentración en cada actividad. Un punto de partida muy común es la muy reconocida diferencia entre el trabajo y las cosas del hogar. Nuestra efectividad se altera si en el desarrollo de nuestras actividades profesionales estamos pensando constantemente en una situación familiar, y a su vez, un profundo daño hacemos a nuestros seres queridos si el tiempo destinado a compartir con ellos lo pasamos conectados pensamientos o incluso actividades laborales.
Esto mismo aplica para todas las actividades, como el deporte, la oración, la diversión y un largo etcétera. Ubicología es pues, hacer en cada momento lo que hay que hacer, vivir cada minuto intensamente, sin pensar en lo que hice o deje de hacer. Es aprender a vivir cada minuto con tal grado de intensidad que sintamos que no se nos escapa ni un segundo de nuestra vida. Ubicología es saber en donde estoy en cada momento y como debo comportarme para ser altamente efectivo. Podemos pasar por aburridos si en una fiesta no dejamos de pensar en lo que nos agobia de la casa o del trabajo, o de poco profesionales si en una reunión de trabajo de paramos de echar chistes. Ser feliz implica vivir cada minuto con intensidad de acuerdo a las circunstancias, y la Ubicología seguro nos acerca.