Mi concepto de Madurez.
Una mañana desperté como suele ser normal, con las imágenes no muy claras de lo que había soñado, sin embargo, de este sueño si quedó una idea muy clara relacionada con mi concepto de madurez y que a continuación te describo.
¿Te has fijado que los bebes lloran por todo? Tiene hambre… lloran, tienen frío… lloran, necesitan cambiar de pañal… lloran; tienen sueño… lloran, el llanto junto con la sonrisa son sus canales de comunicación. Más adelante cuando somos niños, vienen las pataletas si no no obtenemos el juguete que queremos, o cuando los papas impiden alguno de nuestros gustos. Paulatinamente estas pataletas van disminuyendo conforme vamos entendiendo los lineamientos del hogar. Luego, en la juventud empezamos a reclamar nuestra “libertad” y pretendemos vivir muchas experiencias de manera acelerada, viene nuestra primera relación sentimental que queremos experimentar “sin límites”, aprendemos a conducir y empezamos a hacerlo como si las calles fuesen el trazado del Grand Prix de Mónaco. Con los años vamos entendiendo que por más rápido que vamos, no llegaremos mas lejos ni habremos disfrutado lo suficiente del camino. Así seguimos viviendo, hasta que un día, algunos afortunados nos encontramos de frente con el llanto de nuestros propios hijos y el ciclo empieza de nuevo. En este momento, revivimos todas nuestras experiencias y entendemos lo que ellos van a vivir con el pasar con el pasar de los años.
La madurez no depende de la edad sino de cómo actúas y como piensas ante las situaciones que se presentan. Madurar es ir aprendiendo que el tiempo pasa de manera constante y que todo llegará, qué es mejor tener la paciencia del paso constante en una dirección que el acelere desmedido que obstruye la sabia toma de decisiones. Madurar es aprender a visualizarse en el futuro con los objetivos alcanzados, teniendo la claridad de que el juicio y la disciplina del presente te acercan de manera segura hacía esas metas. Madurar es hacerse conocedor de la sabiduría del tiempo, entendiendo que todo ocurre en el momento justo, ni antes ni después, y que está en nuestras manos hacer que así sea, actuando desde la altitud que brinda la experiencia. Madurar no es solo crecer y desarrollarse, no es una cuestión de edad, es una cuestión de visión, es la capacidad de usar nuestra libertad para decidir hoy sabiéndonos dueños de los resultados que nos esperan.