Es nuestra dieta la que nos hace mucho mas jóvenes o mucho mas viejos de lo que dice nuestra partida de nacimiento, sin embargo, debido a un innumerable listado de factores como el poco tiempo del que disponemos por nuestras vidas agitadas, los sistemas comerciales de grandes industrias y franquicias dedicadas a la producción de alimentos, la industrialización del campo, enfocada mas en la generación de valor para los accionistas que en la producción de productos realmente alimenticios, entre otros factores, ha provocado que la dieta que hoy consumimos carezca de la riqueza de nutrientes que nuestro cuerpo necesita, lo que sumado a un bajísimo nivel de conciencia sobre los productos que estamos consumiendo trae como consecuencia un déficit en el balance nutricional de nuestro cuerpo.
Y es que, aunque diariamente estemos tomando de todo tipo de “comida” puede ser que no nos estemos “alimentando” de manera adecuada. Sin ser nutricionista ni profesional en alguno de los campos de la salud, y mas bien enfocado en el campo del desarrollo administrativo y financiero de las personas y las organizaciones, si he podido experimentar que gran parte de los resultados económicos dependen de el estado de salud que nos acompañe, y que este estado, depende en gran medida de la forma en la que estamos nutriendo nuestro cuerpo.
Hace algunos días en un centro comercial encontré una exposición enfocada entre otras cosas a la importancia de los diferentes tipos de alimentos que consumimos. La distribución entre macronutrientes y micronutrientes no es mas que el principio de una larga lista de la posible clasificación de la alimentación, que deviene posteriormente en proteínas, carbohidratos y grasas dentro de los primeros, y los diferentes tipos de vitaminas y minerales dentro de los micronutrientes. No obstante todo esto, lo importante realmente es entender que nuestro cuerpo es una máquina muy compleja, cuyo funcionamiento correcto depende directamente de la manera en la que le estamos aportando nutrientes para que se sus procesos los pueda llevar a cabo de manera satisfactoria. Por esto, tan importante resulta ahora preguntarnos si ¿comemos para llenarnos y satisfacer el gusto, o comemos para realmente alimentaros? Y entender que las consecuencias de la forma en que nos estamos nutriendo quizás no se visualicen hoy, pero si, y a bueno seguro, en el largo plazo encontraremos los resultados y de las decisiones nutritivas de hoy.